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marzo
Es tiempo de cosechas. La época estival es la recogida de los frutos de una siembra o cultivo, o el excedente de las praderas para obtener comida durante el resto del año. Al menos así fue al principio de los tiempos. Principalmente cosecha de cereales como el trigo, cultivo universal del que nace el pan nuestro de cada día.
En la Roma antigua se decía que “pan y circo” hay que darle al pueblo para apaciguar y mantenerlo ocupado en cosas que no generaran preocupación en el César de turno. Aunque algunos le ponían de su propia cosecha. “Panem et circenses” fue el lema favorito de los emperadores romanos.
En las cosechas de trigo u otros cereales que datan desde hace miles de años hasta los días de hoy se utiliza el mismo principio para obtener el grano limpio. El corte de la mies, que de antiguo se efectuaba manualmente o con echona; y el desgrane que se produce por golpe. Hubo culturas que desgranaban dando palos a la espiga; en nuestro país por décadas se usó el golpe de los cascos de los caballares en la trilla a yegua suelta y el viento para separar grano de la paja y del capotillo. Nace aquí el famoso refrán de “separemos el trigo de la paja” cuando hay que aclarar un asunto.
Una buena cosecha es el resultado de una siembra excelente con la ayuda del imponderable factor climático. El pan nuestro de cada día llega a la mesa tras una larga cadena que comienza con los riesgos que corre el esforzado productor de trigo y su equipo de trabajo, con el proceso de la molinería, transporte y finalmente la panificación.
Hacia la segunda mitad del siglo XIX comienza la cosecha mecanizada, que avanzó a la sorprendente evolución técnica que vemos hoy en día.
Fundo “Bellavista”
La imagen principal de esta nota es un ejemplo del uso de maquinaria en la cosecha de trigo.
Fue tomada en 1947 en el fundo “Bellavista”, propiedad de don Guillermo Willer Grothe, ubicado hacia el río Coihueco, cerca de Puerto Fonck, en la comuna de Puerto Octay, donde se producía trigo de la variedad Vilmorin des pres (empresa francesa productora de semillas desde 1743) o Capel des pres sembrado en mayo.
La fotografía fue cedida por el dirigente de la Sago y agricultor Sergio Willer Daniel y en ella aparecen su tío abuelo Evaldo Willer y su padre Sergio Willer Püschel.
Se trata de una máquina estacionaria marca Meneapolis modelo Moliné, motor marca Wolf de 12 HP vapor. Incluso se observa la pipa de agua para alimentar el motor, cuyo fogonero encargado era el propio Evaldo Willer.
Se trillaba hasta 2 hectáreas al día. La cosecha se envasaba en sacos de yute de 80 kilos, que luego se cargaban en carros tirados por bueyes, muchos llenos hasta la baranda. El récord era obtener 56 sacos por hectárea y alcanzar los 60 sacos ya era considerado un súper rendimiento.
De ahí la producción se iba a la bodega o a los molinos de los señores Olivares en Pichil, de Julio Konrad en Puerto Fonck o bien a los molinos maquileros en Río Negro de los Schott.
Proceso
Los campos trigueros a orillas del lago Llanquihue eran extensiones pequeñas y medianas, de entre 10 y 15 hectáreas. En mayo se sembraban dosis de cerca de 200 kilos por hectárea de semilla con fertilizante BIFOS, cuando era de barbecho; o con enmienda de cal de concha cuando era guachán de papas. Era siembra profunda sobre la melga o al voleo.
En primavera se talajeaba con vacunos livianos o de preferencia ovejas para favorecer la macolla; al mismo tiempo, se le regaba al voleo semilla de alguna gramínea forrajera, pasto ovillo o bromo, así una vez cosechado el trigo quedaba lista la empastada para la alimentación del ganado, el fin principal de la época.
El trigo era segado a mano con echona y se ataba también manualmente. Los predios con tecnología más moderna usaban una segadora/atadora que iba atando el trigo en gavillas que luego se llevaban a la trilladora estacionaria.
Por el tubo soplador salía la paja que se hacía una parva y el trigo iba por unos tubos del costado del cuerpo de la máquina; luego de soplado y arnereado se metía al saco. Otro tubo era para la semilla de pasto. Muchas veces salía casi tanto de este producto como trigo.
Pasada la cosecha, con el grano guardado y la paja emparvada, el ganado mayor y menor “rastrojeaba” el potrero. Y lo que no podía faltar en la mesa del día domingo en los campos de la cuenca del lago Llanquihue eran los gansos, que se alimentaban de todo el grano que había caído durante el proceso o que quedó en el campo. Ya cebados, en otoño estaban listos para su faena.
Fuente: Diario de Osorno
diciembre 2, 2024
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